Lengua y Literatura de 1º

Lengua y Literatura de 1º

sábado, 31 de octubre de 2015

Monólogos del Club de la Comedia


Os dejo aquí los tres primeros monólogos de los que os hablé para la parte de Exposición Oral de los lunes y los viernes.

Recordad que vuestro trabajo consiste en:
  • Entonar bien; hay que dar el tono adecuado de ironía, alegría, tristeza, etc. cuando sea necesario.
  • Hablar pausada y claramente para que todos lo puedan seguir (¡incluso los que están al final de la clase!)
  • Hacer pausas definidas. (Para que vayamos asimilando la información)
  • ¡Y disfrutar!
En cuanto a la evaluación de la Exposición oral, esto es lo que valoraremos en ellas a lo largo del curso: (Marcaremos Bien o Mejorable en una plantilla que os daré)

  1. Volumen de voz
  2. Pronunciación
  3. Actitud corporal
  4. Entonación
  5. Atención del auditorio
  6. Orden en la exposición
  7. Originalidad
  8. Lenguaje utilizado (no usa muletillas, lenguaje adecuado y formal,etc.)

Pues aquí están los monólogos:

AMOR DE HERMANOS
Cuando Jesús dijo que nos tratáramos como hermanos, ¿qué quería decir? “Quitaos las patatas fritas unos a otros cuando mamá no mira” “Pegaos los unos a los otros, hasta que mamá os separe”. ¿Es esto lo que quería Jesús? ¡Cómo se nota que Jesús era hijo único!
Yo también fui hijo único, hasta que nació mi hermano pequeño. Y entonces me di cuenta de que entre mi madre y yo había un enchufao que sólo servía para molestarme. Para empezar, dejé de ser el rey de la casa. Él se tiraba un pedo y todos:
-    ¡Ay! ¡Qué rico, se ha tirado un pum!
Y, sin embargo, yo hacía mi habitual exhibición con el taca-taca, que tantos éxitos me había dado, y lo único que me decían era:
-    Niño, estate quietecito, que vas a rayar el parqué.
Y es que si eres el hermano mayor eres el mayor aunque tengas 5 años. Si lloraba tu hermano pequeño, tu madre venía y te daba a ti.
-    ¿Qué le has hecho a Nicolás?
-    Nada, se ha caído.
-    Tienes que tener cuidado hombre, ¿no ves que es pequeño?
A tus 5 años pensabas: ¿Y yo qué soy? ¿Sara Montiel?
Con los hermanos te pasa una cosa curiosa. Te encanta meterles miedo. A la mínima te haces unos dientes con una cáscara de naranja y te escondes en su armario. Y cuando entra: “¡¡¡UUUAAEFHHH!!!” Sabes que es una putada, pero te encanta. Se pone tan blanquito… Lo malo es que un día descubres su diario en el armario, lo lees y pone: “Odio a mi hermano ¡Lo odio!” Y piensas: “Pero bueno, este tío es un ingrato. Encima que lo hago para entretenerle…”
Bueno, espero que algún día se le pase.

LAS MADRES
Todas las madres del mundo hacen y dicen exactamente las mismas cosas. Yo creo que les dan un cursillo secreto en el que aprenden esos comportamientos que llamamos “cosas de madre”. Quién no ha escuchado alguna vez el clásico “Tú hazle caso a tu madre, que tu madre sabe mucho de esto…” ¿De dónde creen que ha podido sacar una madre una frase así? Pues del cursillo.
Lo primero que les enseñan en el curso es a repetir mucho las cosas. Por eso, cuando eres bebé hablan contigo como un disco rayado:

- ¿Cómo estás? ¿Cómo estás? ¿Cómo estás?

Seguro que si el bebé pudiera hablar, les diría:

- Hasta el gorro, hasta el gorro, hasta el gorro…

En el cursillo también les dan clase de lenguaje, y aprenden a incluir en todas sus frases el “mi” y el “me”. Un ejemplo: “mi niño no me come”, “mi niño no me duerme”. Son tan posesivas que en la agenda, ponen todos los teléfonos de sus hijos en la letra M: “mi Paco”,”mi Alberto”,”mi Jose”.
En estos cursillos de madre les inculcan, sobre todo, tres principios: Que tome calcio, que respete las dos horas de la digestión y que en invierno se tape la boca. Aunque tengas noventa años y tu madre ciento veinte, al salir camino de la UVI te gritará:

“Julián, ¡¡tápate la boca!!”.

Por supuesto, el cursillo también incluye clases de estilo y moda. Una madre siempre sabe lo que es moderno y se empeña en llevarte de compras y vestirte a la última.
- Uy, esta camisa es preciosa, hijo

- No.

- Pero ¿cómo que no? Si es lo que se lleva ahora.

- Lo que se lleva ¿dónde? ¿En el circo de Ángel Cristo?

Además, todas las madres son videntes.
- Niño, que te vas a caer.

Y te caes.

- Niño, no comas tan deprisa que te vas a atragantar

Y te atragantas.

- Hijo, ten cuidado que ésa es un lagarta.

¡Y es una lagarta!

Pero aunque todas las madres hacen siempre las mismas cosas, ninguna hace la sopa del cocido como tu madre, ninguna te pela la naranja como tu madre, ninguna te tapa la boca como tu madre, cuando hace frío. ¡Qué le vamos a hacer!

ARRIBA LOS BAJOS
¿Han observado que cada día lo pequeño está más de moda? Los móviles, los ordenadores, las cámaras de vídeo.. ¡Cada vez son más pequeños! Y digo yo, ¿con los bajitos qué pasa? ¿Por qué no estamos de moda? ¡A mí que no me toquen las narices que la lío eh! Hay que rebelarse. Al fin y al cabo los bajitos somos mayoría. Sólo contando a los chinos y a los japoneses somos mayoría. Y, sin embargo, nos estamos dejando avasallar por los altos.
Pero esto nos pasa desde siempre, los bajitos hemos estado acomplejados a lo largo de toda la historia, incluso los más poderosos: Napoleón, Hitler, Maradona… ¡se avergonzaban de ser pequeños! ¡Hay que superar de una vez este complejo! Porque ser bajito también tiene sus ventajas. Para empezar, los bajitos tenemos que buscarnos la vida. Cuando eres pequeño y bajito, todas las cosas interesantes están altas; el chocolate, las galletas, las revistas ¡ejem!... ¿A que las espinacas nunca estaban altas? Y claro, si querías algo tenías que pedirlo:
-     Mamá, dame chocolate.
-     No, cómete este hígado crudo y crecerás, como tu hermano Antonio.
Y tenías que poner a funcionar tu inteligencia. Colocabas una banqueta, te comías el chocolate, y cuando te echaban la bronca decías:
-     ¡Ha sido Antonio, que yo no llego!
Los bajitos, cuando nos ponemos, conseguimos que otros hagan el trabajo por nosotros. Por ejemplo, ¿quién nos sube las maletas al maletero en los aviones? Los altos. ¿Quién nos alcanza las latas de sardinas en el súper? Los altos. ¿Quién nos sube a hombros en los conciertos para que veamos? Los altos. ¿Y quién tiene la pasta? ¡Los bajitos! Fíjense en quiénes conducen un Mercedes: ¡nunca pasan del metro sesenta!
Pues eso es lo que venía yo a decir: ¡Que ya está bien! ¡Abajo los altos! ¡Arriba los bajos!

MULETILLAS
Las personas no podemos vivir sin usar muletillas... Yo creo que es porque el cerebro es más lento que la lengua… O sea, que decimos algo así como “Voy a ponerme a hablar… para ver si mientras se me ocurre algo que decir”.
La primera muletilla que aprendemos es “mamá”. Y la utilizamos para todo: “Mamaaaaá leche” “Mamaaaá pipi” “Mamaaaá caca”. Llega un momento en que el que el niño ya sólo utiliza la coletilla… si te dice… “¡¡Mamá, mamá, mamá!!”… Eso es que se está cagando. Pero si dice… “Mamaaaá” ¡Eso es que ya...!

Y claro luego llegan al colegio y su muletilla principal es: “Que te cagas”. “Mi padre me ha comprado una Play Station que te cagas” y también tienen otra que es “pos mi padre”… “Pos mi padre me ha comprado la Play Station en la que salen todos los Pokémon”. “¡Pos mi padre es Pokémon y te va dar una paliza que te cagas!”.
Por la muletilla que usan también se reconoce a los pijos… Por la muletilla y porque parece que estén saliendo de la anestesia del dentista. La muletilla favorita del pijo es “para nada... te lo juro”: “¿Has visto a Pepota?” “Para nada”… “¿Te gusta el funky?” “Para nada”… “¿Vales para algo? “Para nada... te lo juro”.

De todos modos los reyes de la coletilla son los locutores de radio musical, que claro, como hablan tan deprisa no les da tiempo a pensar... Estos con cuatro coletillas y un reloj tienen el programa hecho: ¡Hey! Son las cuatro de la tarde, las tres en Canarias ¡guau! y en treinta minutos, llegaremos a las cuatro y media ¿No te parece increíble? ¡Hay que ver como pasa el tiempo!, ayer era sábado y mañana ya es lunes, o sea que tenemos el próximo fin de semana a la vuelta de la esquina… Y seguro que bailas música como ésta… Te dejo con ella cuando son las cuatro y dos minutos de la tarde... Dentro de nada las cuatro y cinco...”. ¿Qué les pasa? ¿Van drogados? ¡!
Aunque los futbolistas tampoco se quedan cortos con las muletillas, y eso que estos no hablan deprisa… “Sí, la verdad es que... sí” “No, la verdad es que… no”. “Bueno, no sé, ¿no?” Y como los periodistas deportivos lo saben, se lo ponen fácil: “Quique, el partido bien aunque habéis empezado el segundo tiempo un poco más flojos y luego habéis remontado al final, parece que os quedan fuerzas suficientes para el partido del próximo domingo que es donde tenéis que poner toda la carne en el asador”. “Ahora que lo dices, sí, la verdad es que... sí”.

Con lo fácil que es despedirse a base de coletillas: “Hasta luego Lucas” “En fin Serafín” “Me piro vampiro” ... O simplemente, buenas noches.



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